Dentro del campo de las ciencias sociales, las reflexiones y críticas en
cuanto a lo que rodea al ser humano al paso de los siglos han sido numerosas,
entre ellas la tecnología, en donde las relaciones entre esta y la sociedad han
desatado diversos análisis de estudio entre sociólogos e historiadores.
Ante esto, considerar la técnica o la tecnología como factor de cambio
social ha llevado a un debate acerca de qué es lo que determina a qué: la
tecnología a la sociedad o la sociedad a la tecnología. Es por ello que para
describir específicamente este fenómeno surgen dos teorías que giran en torno a
la tecnología y que sin embargo, ambas están entrelazadas para describirse
mutuamente, es decir, “Determinismo Tecnológico” e “Impulso Tecnológico”.
De esta manera, los que defienden la influencia de la tecnología en la
sociedad hablan de impacto, como si la tecnología impactara a la sociedad desde
afuera, lo cual es el punto de partida para el determinismo tecnológico, de cuyos
laberintos es difícil escapar cuando la tecnología se impone con discursos que
generan fascinación y se retroalimentan de las representaciones materiales del
progreso. Es por esto que de todas las tecnologías existentes siempre se habla de
un efecto o impacto social, en particular, desde los inventos claves para la
industrialización.
El debate sobre el determinismo tecnológico se enriquece aún más con el El
impulso tecnológico de Thomas Hughes. Este autor propone un concepto que resuelva
la polaridad entre determinismo tecnológico y construcción social y dé cuenta
de la relación bidireccional entre tecnología y sociedad, es decir, que muestre
cómo el desarrollo social configura y es configurado por la tecnología. Hughes descarta
la reducción del término tecnología a artefactos físicos y prefiere hablar de
tecnología como sistemas tecnológicos o sociotécnicos. Entre lo social incluye
instituciones, valores, grupos de intereses, clases sociales y fuerzas
políticas y económicas, y aclara que en un sistema tecnológico está involucrado
tanto lo técnico como lo social. Allí estaría el entorno, el mundo situado
fuera de los sistemas tecnológicos “que los configura o es configurado por
ellas”.
Por lo tanto, el impulso tecnológico de Hughes se define como
la durabilidad y la propensión al crecimiento que aporta el sistema
tecnológico. El crecimiento, resultado de la maduración en el tiempo, muestra
que los sistemas, a medida que son mayores y desarrollan complejidad, tienden a
configurar la sociedad y a ser menos configurados por ella. “Aciertan los
constructivistas sociales cuando el sistema tecnológico es pequeño y reciente, éste
será determinado por la sociedad; también aciertan los deterministas, cuando un
sistema tecnológico es enorme y complejo, éste determina a la sociedad” (Hughes, Thomas P. El impulso tecnológico).
Así pues, tanto el
determinismo como el impulso tecnológico han aportado elementos muy importantes
para la compresión de la historia de la tecnológica en la perspectiva de
grandes sistemas, sin embargo creo conveniente mencionar que de las dos teorías
anteriormente planteadas, la que sigue teniendo auge en pleno siglo XXI es el determinismo,
ya que parto de la idea que no sólo es la base social, sino también una
superestrucutra política y cultural, pues en dicho determinismo pesan más los
recursos naturales, la organización económica, el trabajo productivo a partir
de los medios de producción en donde se incluye la tecnología y esto es porque finalmente
si asumimos una perspectiva meramente determinista, implica mirar cambios
sociales como el resultado o fruto de las innovaciones que trae esta tecnología,
pues cabe recordar que el determinismo se fundamenta en los efectos que causa a
la sociedad determinándola a partir de la funcionalidad que genera.
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