sábado, 2 de noviembre de 2013

Impulso y Determinismo Tecnológico

Dentro del campo de las ciencias sociales, las reflexiones y críticas en cuanto a lo que rodea al ser humano al paso de los siglos han sido numerosas, entre ellas la tecnología, en donde las relaciones entre esta y la sociedad han desatado diversos análisis de estudio entre sociólogos e historiadores.

Ante esto, considerar la técnica o la tecnología como factor de cambio social ha llevado a un debate acerca de qué es lo que determina a qué: la tecnología a la sociedad o la sociedad a la tecnología. Es por ello que para describir específicamente este fenómeno surgen dos teorías que giran en torno a la tecnología y que sin embargo, ambas están entrelazadas para describirse mutuamente, es decir, “Determinismo Tecnológico” e “Impulso Tecnológico”.

De esta manera, los que defienden la influencia de la tecnología en la sociedad hablan de impacto, como si la tecnología impactara a la sociedad desde afuera, lo cual es el punto de partida para el determinismo tecnológico, de cuyos laberintos es difícil escapar cuando la tecnología se impone con discursos que generan fascinación y se retroalimentan de las representaciones materiales del progreso. Es por esto que de todas las tecnologías existentes siempre se habla de un efecto o impacto social, en particular, desde los inventos claves para la industrialización.

El debate sobre el determinismo tecnológico se enriquece aún más con el El impulso tecnológico de Thomas Hughes. Este autor propone un concepto que resuelva la polaridad entre determinismo tecnológico y construcción social y dé cuenta de la relación bidireccional entre tecnología y sociedad, es decir, que muestre cómo el desarrollo social configura y es configurado por la tecnología. Hughes descarta la reducción del término tecnología a artefactos físicos y prefiere hablar de tecnología como sistemas tecnológicos o sociotécnicos. Entre lo social incluye instituciones, valores, grupos de intereses, clases sociales y fuerzas políticas y económicas, y aclara que en un sistema tecnológico está involucrado tanto lo técnico como lo social. Allí estaría el entorno, el mundo situado fuera de los sistemas tecnológicos “que los configura o es configurado por ellas”.

Por lo tanto, el impulso tecnológico de Hughes se define como la durabilidad y la propensión al crecimiento que aporta el sistema tecnológico. El crecimiento, resultado de la maduración en el tiempo, muestra que los sistemas, a medida que son mayores y desarrollan complejidad, tienden a configurar la sociedad y a ser menos configurados por ella. “Aciertan los constructivistas sociales cuando el sistema tecnológico es pequeño y reciente, éste será determinado por la sociedad; también aciertan los deterministas, cuando un sistema tecnológico es enorme y complejo, éste determina a la sociedad” (Hughes, Thomas P. El impulso tecnológico).

Así pues, tanto el determinismo como el impulso tecnológico han aportado elementos muy importantes para la compresión de la historia de la tecnológica en la perspectiva de grandes sistemas, sin embargo creo conveniente mencionar que de las dos teorías anteriormente planteadas, la que sigue teniendo auge en pleno siglo XXI es el determinismo, ya que parto de la idea que no sólo es la base social, sino también una superestrucutra política y cultural, pues en dicho determinismo pesan más los recursos naturales, la organización económica, el trabajo productivo a partir de los medios de producción en donde se incluye la tecnología y esto es porque finalmente si asumimos una perspectiva meramente determinista, implica mirar cambios sociales como el resultado o fruto de las innovaciones que trae esta tecnología, pues cabe recordar que el determinismo se fundamenta en los efectos que causa a la sociedad determinándola a partir de la funcionalidad que genera.


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