jueves, 26 de septiembre de 2013

Un mundo desbocado

Giddens, Anthony (2007). Los efectos de la globalización en nuestras vidas. México. Taurus.

En primer lugar, el libro aborda un conjunto de cuestiones que hacen énfasis principalmente en la globalización y su influencia sobre el riesgo, la tradición, la familia y la democracia. En efecto, el título como tal alude a cambios constantes y rápidos, muchas veces descontrolados por los  efectos sociales y nacionales.

Por otra parte, me parece sorprendente, ya que su contenido sigue describiendo  nuestra realidad, sigue en plena vigencia y sigue afectando nuestra vida cotidiana. Tal pareciera que el autor se muestra tan visionario desde años atrás  al plantearnos las consecuencias que provocamos la mayoría de ciudadanos al planeta, es decir, el imparable cambio climático que día a día sigue deteriorándose o el surgimiento de ideas que van en contra de la sociedad y que por lo tanto se encuentran en constantes choques.

Si bien, la globalización para Giddens,  a pesar de ser un fenómeno que surge del desarrollo de la ciencia y de la revolución en las comunicaciones, no ha hecho del mundo un lugar más estable y predecible, como era de esperar, sino que su enorme, incalculable y rápido impacto sobre la economía, el medio ambiente, la política, la cultura o la tecnología ha desestabilizado el mundo que conocíamos. Aspectos tan vitales del panorama mundial y de nuestro día a día como son el riesgo, la tradición, la familia y la democracia, nunca volverán a ser lo que eran.
Existen dos posturas con respecto a la globalización: los escépticos y los radicales. Los escépticos son aquellos que piensan que la globalización no ha tenido efectos, ni secuelas en la economía actual mundial y que ésta se sigue rigiendo de una manera regional o a lo mucho en bloques como la Unión Europea y no completamente global. La otra postura es la de los radicales que piensan que la globalización tiene consecuencias palpables y creen que se aproxima el final del Estado Nación.

El autor piensa que las dos posturas: radicales como escépticos, son posturas incompletas, porque se refieren a la globalización en términos económicos, cuando se deben incluir: cultura, tecnología política y economía. Dentro de la tecnología los medios de comunicación por satélite, Internet cuya función es una comunicación rápida cambian formas de vida, así como los valores familiares. Así, las influencias locales se pueden convertir en influencias mundiales, esta revolución global influye en nuestros quehaceres diarios desde el trabajo hasta la política de la nación.


La globalización, entre otros muchos cambios, está haciendo que tengamos que enfrentarnos a situaciones de riesgo que nadie ha tenido que afrontar hasta ahora y que nos afectan independientemente de donde vivamos y de nuestro estatus social. Para Giddens hay dos tipos de riesgo, el “externo”, producto de la tradición y la naturaleza; y el “manufacturado”, producido por el hombre y cuyas consecuencias todavía no somos capaces de anticipar. Este último riesgo es fruto de la globalización y se refiere a los riesgos medioambientales (como el calentamiento global), a la proliferación nuclear, al colapso de la economía mundial o a los cambios en la familia y el matrimonio.

Si bien, hoy en día existen nuevos riesgos provocados por el hombre. El hombre influye en la naturaleza, aumenta el riesgo natural, que de cierto modo ya no es tan natural, puesto que factores inmersos en nuestro contexto son los que han alterado y cambiado el concepto de natural, como la industria que ha modificado y produce daños severos a lo que nos rodea.  Ante esto, las medidas para evitar el aumento del riesgo natural son el alarmismo, que consigue una conciencia rápida de las personas hacia un problema dado y puede reducir el riesgo.


Por otra parte, la tan conocida Globalización no sólo ha dejado estragos en el aspecto ecológico, sino también radica en lo socio-cultural, es decir, las tradiciones de la sociedad al  no ser estáticas y tornarse flexibles, se adaptan fácilmente  a los rasgos modernos, otorgándole la característica  de una sociedad global que tiende a perder tradiciones.

Es por ello, que un cambio básico que se está produciendo actualmente bajo el impacto de la globalización es en lo que respecta a las tradiciones: por un lado, los países occidentales se están desprendiendo de la influencia de las tradiciones tanto en la vida pública como en la privada, vaciándose, además, su contenido a través de su comercialización; por otro, las sociedades del mundo que mantenían un estilo de vida más tradicional, las están perdiendo. Según Giddens, en el mundo occidental esta destradicionalización tiene dos caras, por un lado ofrece la posibilidad de una mayor libertad de acción y autonomía de la que existía antes, lo cual es enormemente positivo, pero también está trayendo consigo problemas, pues la forzada toma de decisiones produce en muchos individuos un aumento de la ansiedad como consecuencia de la falta de control sobre sus vidas. Cuando la tradición se deteriora también cambia parte de nuestra identidad personal que tiene que volver a crearse más activamente que antes.

Ante esto, al hablar de una libertad como sustento positivo cabe poner en ejemplo las familias tradicionales que menciona el autor en su capítulo IV, pues acertadamente han ido cambiando al paso del tiempo  de forma positiva, desde una razón económica hasta una razón plenamente sentimental. Dice que el matrimonio hoy en día está basado en la intimidad. Sin embargo, cada vez menos gente está interesada en casarse, menos mujeres no quieren tener hijos, la convivencia familiar sigue existiendo sólo que en un ambiente más armonioso. Hay un cambio de visión en la educación.
Todos están interesados en cosas más importantes como realizarse profesionalmente y ser algo que envidiar en su círculo de amistades. Algunos pueden decir que es lo superficial lo que prima, otros, sin embargo, podríamos pensar que sencillamente es la democracia actuando como generador de posibilidades libres de ser elegidas. En consecuencia, me parece muy interesante ver cómo Giddens concibe a las familias tradicionales como un obstáculo para el cambio total hacia la democracia. Su concepción me parece muy acertada. La familia es la base de la sociedad.

Finalmente, el autor refiere a una idea de democratizar la democracia al final del libro, explica que es necesario devolver el poder al pueblo y que los de arriba se enteren de que no son todopoderosos, pero ¿es posible aquello con medios que se limitan a entretener y reniegan de su capacidad educadora?, ¿es posible hacer  consciente a un individuo bombardeado por una sociedad de consumo? Desde mi punto de vista, lo veo difícil.

Bajo esta visión, los efectos de la globalización en nuestras vidas son contundentes y van alterando los fundamentos, modificándolos. La posibilidad de caminos se esparce y se multiplica. Sólo una educación  enraizada en valores será capaz de sostenernos ante tan desproporcional viaje.

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